Permeteu-me que comenci a abocar unes primeres idees: com fer un petit resum del que jo crec és el mapa general de la qüestió entre privacitat i allò públic. El faig en castellà, perque així em va sortir ahir a la tarda.
Durante el siglo XX, se creó una fuerte división entre lo privado y lo público. Lo privado quedaba simbolizado en la expresión “hogar, dulce hogar”: quedó enquistado en el hogar, estuche del individuo moderno moldeado por la familia, por el bienestar y por unos medios de comunicación domésticos y transportes (coche) que permitían la conexión con el exterior y la capacidad de enjuiciar el mundo exterior.
Por el contrario, el espacio público se convirtió en símbolo de conficto. Espacios problemáticos, sujetos a las manifestaciones políticas, desigualdades sociales y a las tensiones de un sistema productivo generador de grandes tensiones (“la jungla del asfalto”).
Sin embargo, esta marcada división entre lo privado y lo público estaba sujeta a no pocas mitologías e intereses. Primero: el hilo conductor del imaginario sociocultural del siglo XX, la velocidad, permitía elaborar temores sobre los que diseñar esa misma frontera: lo privado era el lugar en donde domesticar la velocidad de los tiempos. Lo público era el espacio en donde la velocidad mostraba su cara menos amable. Para ello, lo público fue paulatinamente presentado en términos de seguridad: control y vigilancia, legislación represiva, espacios comerciales y de ocio.
Y segundo: la construcción del espacio privado como núcleo principal del individuo venía marcada por una economía familiar, motor del consumo. En la medida en que la estructura familiar en los países de occidente se ha transformado a causa de los cambios en la planificación familiar, en los modos de convivencia y en el mercado laboral, la familia ha dejado de ser el motor de consumo, para centrarse en el individuo como actor principal de los nuevos mercados. Algo que ya se había desarrollado paradójicamente en el núcleo del sacrosanto hogar: la autogestión (el self-service, el “do-it-yourself” o “me lo hago yo mismo”, el bricolage, la tarjeta de crédito, el pago a plazos, la automedicación, etc…). Una autogestión, embrión del emblema individualista por excelencia, el de Juan Palomo: “yo me lo guiso, yo me lo como”.
En la actualidad, el mito de la velocidad del siglo XX está siendo sustituido por el de movilidad, en un contexto general marcado por la globalización, la estandarización y miniaturización digital de los medios, que permite la portabilidad de los dispositivos de comunicación. El cambio de patrón de la clásica división entre lo público y lo privado ha dado paso a una fusión o confusión. Lo público se introduce en lo privado y viceversa. Lo público es percibido como un espacio de intercambio de psicologías (redes sociales, nuevos conceptos del entretenimiento de masas) y lo privado invade lo público a través de la ubicuidad de las tecnologías portátiles. Sin embargo, estaríamos equivocados si pensáramos que han sido las nuevas tecnologías las que han producido este cambio. Más bien, éstas han recogido algunas de las tensiones latentes que ya se apreciaban en el siglo XX. Ciertas necesidades y cambios de comportamiento social han conllevado el auge de las nuevas tecnologías. Es muy importante tener esto presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario